sábado, 5 de enero de 2008

Gregory La Cava y la superioridad moral del mayordomo

Hollywood fue el reino de las comedias durante los 30 a mediados de los 40. "My man Godfrey" - "Al servicio de las damas" (1936) de Gregory La Cava es una de las fundadoras de ese particular estilo dominado por sus ricos y punzantes diálogos y el ritmo vertiginoso en la narración.
La Cava, junto a Leo McCarey y Howard Hawks entre otros, fue uno de los dominadores de estas comedias.


En ' Al servicio de las damas', La Cava filmó un relato en el que se demostraba que la relación entre el señor y el esclavo no es natural, y es incómoda.

Una alocada chica de alta sociedad, su hermana y sus ricos amigos, están jugando a un carroñero juego de caza en el que deben recoger todo tipo de desechos, incluyendo un vagabundo. En un lugar del East River, en el que viven varias víctimas de la depresión, encuentran a Godfrey. Este curioso personaje acompaña a las hermanas hasta la fiesta, donde ofrece un animado discruso acerca de la irreverencia del juego. Tras el discurso, el vagabundo acepta trabajar como mayordomo en la casa familiar.



La Cava, al igual que hizo más tarde Joseph Losey con El sirviente (The Servant, 1963), trastocó en este sentido la vinculación profesional existente entre el mayordomo y su señor para mostrar que la burguesía acomodada, los nuevos ricos y “los hijos de papá” -como se dice en el filme- adolecen de una absoluta falta de humanidad y de una superficialidad de la que hacen continua ostentación, lo que supone el camino directo hacia su ulterior e inevitable infelicidad.

La Cava centra su foco de interés cinematográfico en los empresarios enriquecidos en Estados Unidos en la década de los años 30 a través de operaciones financieras de alto riesgo y actuaciones en bolsa que pronto comienzan a hacer dispendios en mansiones, fiestas, viajes y todo tipo de lujo. Mientras, bajo el Puente de Brooklyn, los mendigos luchan por subsistir cada día: “La única diferencia que hay entre un vagabundo y un hombre corriente es un empleo”, frase del diálogo que mantienen el protagonista y un viejo amigo y que resume un filme impecable.



"Al servicio de las damas" es el resultado de la combinación de este herencia clásica, que echa mano de los tópicos del sirviente que ayuda a su amo más allá de lo razonable. El guión de Eric Hatch y Morrie Ryskind -el guionista de Los cuatro cocos, El conflicto de los Marx y Una noche en la ópera- mira de forma cómica y benevolencia las faltas de los advenedizos que buscan su propia ruina. La figura del mayordomo y de su ética emerge como un referente al que todos envidian y, a la vez, admiran en secreto. “Hay dos clases de gente -dice Godfrey (genial William Powell)-: los que luchan contra la idea de ser empujados al río y los otros”. Una ácida sátira de la alta sociedad que consigue trasmitir con nitidez toda la atmósfera que se vivía en aquellos palacios y la humanidad del basurero municipal en el que malviven con dignidad los desahuciados.

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