domingo, 23 de diciembre de 2007

Le Fantôme d'Henri Langlois

Apuntes biográficos

Henri Langlois
Izmir 1914-Paris 1977

Coleccionista empedernido, noctámbulo constante, realizador ocasional, tarotista consistente y bondadoso bohemio) fue la figura reverenciada hasta el hartazgo por aquellos talentos criados bajo su protección en la Cinemateca francesa.

Amado por cineastas y denostado por funcionarios. Su vida fue la parábola del eterno romántico que comprendió a aquellos jóvenes que revolucionaban París, cámaras al hombro, mucho antes de que la historia les asignara el lugar (¿común?) de la Nouvelle Vague.

Langlois en 1936 junto a Georges Franju había fundado una cinemateca, desesperado ante la desaparición constante de joyas del cine mudo requeridas entonces como materia prima para peines y otros enseres.

"En otro tiempo, las películas terminaban en el tacho de basura. Henri Langlois tuvo la idea de salvarlas, de conservarlas, de mostrarlas a las nuevas generaciones. Es así como salvaguardó la memoria del imaginario del siglo XX.".
Edgardo Cozarinsky

El cine ya desde sus orígenes se enfrentaba a un gran reto contra el tiempo, su paulatina y trágica desaparición. El soporte cinematográfico es tan frágil que la mayor parte del cine de la etapa muda se ha perdido parcial o completamente. Por ello, ya desde 1898 se alza la voz de alarma sobre la necesidad de crear un tipo de institución que conservara las películas como parte del patrimonio cultural de la humanidad. Este aviso fue lanzado por vez primera por el operador de Lumiere, Boleslas Matuszewski, que sugirió un “depósito de cinematografía histórica”

Hacia 1968 este espacio era el archivo fílmico por excelencia del mundo, con más de 60.000 copias de películas, y que Langlois exhibía constantemente a un tumultuoso público que acompañaba hasta bien entrada la madrugada las funciones. “Fue el creador de los multiplex” señalaría jocosamente Claude Chabrol al rememorar las proyecciones en simultáneo en una sala de planta baja, en el primer piso y sobre una sábana en la pared de la escalera. Esto disgustaba mucho a los funcionarios que ansiaban un “lugar honorable” para la historia del cine y detestaban el bamboleante perfil de ese hombre desaliñado que sólo se encargaba de pedirles fondos, de los que rara vez rendía cuenta en enmarañados balances.

“Langlois no es un desordenado. Tiene un sentido científico del desorden”.
Georges Franju.

La obsesión por salvar, conservar y mostrar todos los films de la historia del cine hizo de Henri Langlois, un programador extraordinario, un pedagogo y un artista de su tiempo. Modificó profundamente la noción de cinemateca haciendo de la memoria del cine un museo viviente.

“El viejo dragón que guarda nuestros tesoros”.
Jean Cocteau

La memoria del siglo XX va unida indisolublemente a la memoria cinematográfica, el cine no sólo forma parte importante de la historia desde el siglo XX sino que es su más privilegiado vehículo de difusión. Gracias a la enorme sensibilidad de pioneros como Langlois y a la labor de las Filmotecas y archivos de todo el mundo el cine tiene una posibilidad real de ser conservado. Han sido y son unos pocos con gran entusiasmo y profesionalidad pero pocos medios para acometer una tarea tan inmensa como necesaria

"Se conoció el cine por Cannudo o por Delluc, por personas que hablaban de cine. Por ejemplo, La femme au corbeau: película extraordinaria que no se podía ver. Langlois llegó e hizo de proyección una especie de producción, mostraba cosas que no habían sido vistas, prohibidas o ignoradas. Estas personas eran como profetas. En el fondo, el verdadero cine, lo que queda para mí como el 'gran' cine, es el que no se ve. Físicamente. Cuando se han podido ver algunas de estas películas en casa de Langlois, como Le lys brisé, era como la prueba de que no estábamos equivocados en nuestra creencia. Era único en la Nouvelle Vague. Esto desapareció cuando la Cinemateca dejó la calle de Messine y se transformó, contra la opinión de Langlois, en una institución del Estado".
Jean Luc Godard

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El primer contacto de Langlois con el cine fue a muy temprana edad, sus padres le regalaron un proyector Pathé-Baby* y lo llevaban a las sesiones de cine dos veces por semana. El joven Langlois conoce a principio de los años 30, al que se convertiría años más tarde en uno de los más importantes directores franceses, George Franju. Con él asiste regularmente a una de las salas más importantes de París, Studio 28 situado en el popular barrio de Montmartre, allí descubren el cine de Buñuel, quién había estrenado allí Un chien andalou (Un perro andaluz, 1929) y a los surrealistas por los que Langlois sentiría una gran fascinación a lo largo de toda su vida.

Probablemente al salir de una de las proyecciones en el Studio 28 los dos jóvenes deciden crear su propio cine-club donde poder exhibir todas las películas que les apasionan. Para ello se dirigen al teórico, y por entonces propietario de un cine-club en París, Jean Mitry, quién les ayuda a dar los primeros pasos en la exhibición. Al cine-club que abrirán en los Campos Elíseos lo llamarán “Le Cinéma Fantastiqué”, donde se podrán ver películas americanas, alemanas o francesas, que estaban fuera del circuito de las salas de París.

Pero la preocupación y el amor que sentían por el cine fue más allá. Su proyecto más ambicioso era crear una Cinemateca en Francia donde no sólo fuera importante la exhibición de las películas sino también preservarlas en las mejores condiciones y recuperar todo el material cinematográfico posible. Ya existían instituciones con parecidos objetivos desde principios de los años 30, en Estocolmo desde el año 1933 o Berlín desde 1934.

En 1936, Langlois y Franju, fundan la Cinemátheque Francaise, con gran esfuerzo y gracias a la ayuda financiera del entonces editor de La Cinématographie Francaise, Paul-Auguste Harlé, se hacen con sus dos primeras copias de cine; La caída de la casa Usher (The fall of the House of Usher. Jean Epstein, 1928) y El nacimiento de una nación (Birth of a nation. D.W. Griffith, 1915).

Este era el comienzo de una institución que se convertirá en pieza clave para la historia de la cinematografía mundial. La Cinemateca francesa preservó de la destrucción no sólo multitud de películas francesas sino las copias de Intolerancia (Intolerance, David W. Griffith,1916), Avaricia (Greed. Erich von Stroheim, 1925 ), películas de Pabst y Dreyer, Nosferatu (Nosferatu, F.W. Murnau, 1922) o el El gabinete del Doctor Caligari (Das Kabinett des DoktorCaligari, Robert Weine, 1920) entre otras.

También rescató de su pérdida las primeras películas de Howard Hawks y restauró La marcha nupcial (The wedding march, Erich von Stroheim, 1928). La labor de la Cinemateca tanto de búsqueda de material como la de su conservación fue incansable desde sus inicios, copias de las películas, carteles, fotografías etc...

“El animador de una cinemateca es una especie de encantador de serpientes, un flautista de Hamelín, Es muy duro...” decía Langlois.

Para Langlois la mejor manera de conservar el cine era con su exhibición. Su sala, el Cercle du cinéma, proyectaba películas de Renoir, Vertov, Stroheim, Buñuel o Pudovkin.

“Esta sala de repertorio-decía Langlois-de la que todo el mundo hablaba, acababa de nacer, y nada puede evocar la atmósfera casi religiosa que allí reinaba”.

Con el tiempo el número de Filmotecas iría aumentando y surgirá la necesidad de coordinarlas desde una institución única a nivel internacional. Con esta idea nace en 1938 gracias de nuevo al impulso de Langlois y Franju, la FIAF (Federación Internacional de Archivos del Film) que agrupaba a las hasta entonces cinco Filmotecas existentes; Suecia (1933), Berlín (1934), Londres (1935), Nueva York (1935) y París (1935) y que se iría ampliando a lo largo de los años y cuyos objetivos siguen siendo la recuperación y conservación del patrimonio cinematográfico, la cooperación entre las distintas Filmotecas así como promover el arte cinematográfico a nivel internacional.

En 1948 se inaugura, gracias también a la iniciativa de Langlois, el Musée Permanent du Cinéma en la Avenue de Messine en París, y en el que una de las actividades era la exhibición en una pequeña sala que se convirtió en punto de referencia y encuentro para algunos jóvenes cineastas que con el tiempo fundarían su propio cine-club; Francois Truffaut, Jean Luc-Godard, Eric Rohmer, Claude Chabrol o Jacques Rivette, eran asiduos de la sala donde descubrieron y más tarde reivindicaron en las páginas del Cahiers du Cinema las películas del expresionismo alemán, a Hawks, Ford o Hitchcock.

“...Y es a la vez triste y reconfortante pensar que si la Cinémaheque Francaise hubiese sido hace treinta o cuarenta años lo que es hoy...bien...quizás Jean Vigo se hubiese consolado aquí de sus desdichas con Gaumont, hubiese recuperado las fuerzas, y también Stiller después de sus desdichas con Garbo, y lo mismo Stroheim. Aquellos de vosotros que hayan visto, a su paso por estos lugares, los rostros emocionados y magníficos de Lang, de Welles, de Pickford, de Rossellini comprenderán lo que digo”
Jean-Luc Godard

En 1974 Henri Langlois, de 70 años y con miles de imágenes en sus ojos ya cansados, recibió de manos de Jack Valenti y Gene Kelly un Oscar honorífico “por su devoción al arte del cine, su inmensa contribución para preservar su pasado y su inquebrantable fe en su futuro”.
Cuando Langlois viajó a Hollywood con el presidente de Gaumont. “¿Volvemos juntos?”, preguntó el empresario, “Localicé una copia por la cual voy vender el boleto, no tengo dinero, así que tendrán que repatriarme”, contesto Henri.

La sobrecarga de trabajo, la agobiante presión burocrática y el enorme esfuerzo para crear su gran obra, el impresionante y mágico Museo del Cine, lo que terminaron de minar la salud de Langlois, que falleció de un ataque al corazón el 13 de enero de 1977.

“Algo ha desaparecido en el cine de hoy: no se ven los ojos de las personas. Están muertos. En cambio en el cine mudo son los ojos los que hablan, no están muertos”.
Henri Langlois

“Si el hombre no cerrara a veces soberanamente los ojos terminaría por no ver ya lo que merece verse”.
René Char

“Henri Langlois no es solamente el fundador de la Cinemateca francesa, sino también el alma y el cuerpo de la misma”
George Sadoul

“La única escuela de cine es ir al cine y no perder el tiempo estudiando teoría en las escuelas de cine. La mejor escuela de cine en el mundo es la Cinemateca en París y el mejor profesor es Henri Langlois”
Bernardo Bertolucci

“Henri Langlois creó un trabajo artístico. Como el pintor que crea un cuadro, el escultor, una escultura, él ha creado la Cinemateca”
Ingrid Bergman

“Hace que nuestras películas se mantengan constantemente vivas”
Jeanne Moreau

“La Cinematheque Francaise no es nada salvo un corazón llamado Langlois”
Abel Gance

“No existe ningún amante del cine que no tenga algo que agradecerle a Langlois. Ni un director que no le deba algo de su vocación”
Jean-Luc Godard

“Henri Langlois no era un film-maker sino un screening-maker. Comprar, intercambiar, robar, salvar películas no puede ser una profesión sino el ejercicio de una pasión".
Francois Truffaut

“Debemos intentar conservarlo todo, salvarlo todo, mantenerlo todo, y renunciar a jugar a aficionados a lo clásico. No somos Dios, no tenemos el derecho a creer en nuestra infalibilidad...Hay malas películas que siguen siendo malas, pero que con el tiempo pueden convertirse en películas extraordinarias....".
Henri Langlois

Los objetivos para los que fue fundada por Langlois y Franju la Cinematheque: la conservación y difusión del patrimonio cinematográfico.





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